La verdad que compartimos mucho con nuestros hermanos uruguayos. Somos los famosos gemelos de distinto tamaño nacidos de una misma placenta, como dijo el Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay. Nacimos juntos como Virreinato del Río de la Plata y tomamos rumbos políticos diferentes a partir de 1830.
Si comparamos a la Argentina rioplatense y a Uruguay no existen mayores diferencias culturales, geográficas ni climáticas.
Lo que más tenemos presente es, por un lado, nuestro querido Río de la Plata y el delta del río Paraná, y por el otro el gusto por compartir unos ricos mates con diferentes bizcochos de grasa, como ser cuernitos, criollitos, cremonas.
Jorge Luis Borges, un escritor muy famoso de nuestro país, dijo en su poema “Milonga para los Orientales” que Uruguay es “El sabor de lo que es igual y un poco distinto”.
Pero lo que hoy me lleva a escribir este post es que el 22 de noviembre es la conmemoración de nuestra flor nacional y que pocos saben, en ambos países, que el ceibo, cuyo nombre científico es Erythrina crista-galli, es la flor nacional de ambos países.
Es una fecha fácil de recordar, porque todos los ceibos se llenan en esta época del año de flores rojas llamativas, que no dejan de llamar nuestra atención.
En Argentina fue así designada el 23 de diciembre de 1942, por diversos motivos que incluyen sus características botánicas, fitogeográficas, artísticas e históricas.
- Fue preferencia de gran número de habitantes de distintas zonas del país, en las diversas encuestas populares que se realizaron para tal fin.
- Varios países de Europa y América lo reconocen como árbol característico de las zonas húmedas, pantanos y esteros de nuestro territorio y el de Uruguay.
- Diversas instituciones oficiales, civiles y militares, han establecido la plantación del ceibo al pie del mástil que sustenta nuestra bandera, asignándole así un carácter simbólico y tradicionalista.
- La flor del ceibo ha sido mencionada en leyendas aborígenes, poesías, temas musicales de nuestro folklore.
Como maestra muchas veces he hablado del ceibo en el momento del año que enseño nuestras historias y leyendas de aborígenes que poblaban y pueblan nuestras tierras. Hoy me parece increíble poder compartir con ustedes estas diferentes expresiones artísticas acerca de este árbol tan querido y que una leyenda de origen guaraní sea leída en tantos idiomas como los hay en el planeta.
Primero comparto con ustedes una canción: “Anahí” protagonista de la leyenda. Para que mientras la escuchan lean su leyenda.
https://www.youtube.com/watch?v=rhkTdJeLPio&list=RDpLFYv2xtDx8&index=2
Copio a continuación una de las versiones de la leyenda Guaraní: “Anahí y el origen del ceibo”
Cuenta la leyenda que en las orillas del Paraná vivía una indiecita fea , de rasgos toscos, llamada Anahí. Aunque era fea, en las tardes veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños…
Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.
Para poder fotografiar o ver nuestra flor nacional, hice una pequeña lista de lugares de mi barrio donde podía acompañar a mis alumnos para que lo conozcan. Hoy se las comparto agregándole más lugares en los que pueden verlo si visitan nuestra querida Buenos Aires:
https://goo.gl/maps/7PJoPrd8b689JCGP9
Espero les haya gustado nuestra flor nacional y que puedan mandarme fotos de las flores nacionales de sus países.
Saludos desde Buenos Aires, Argentina